Consumismo y medio ambiente
El consumismo actual está afectando gravemente
al medio ambiente y al cambio climático.
Según un estudio realizado por National Geographic, desde que nacemos se estima que el promedio de leche que bebe una persona en Europa a lo largo de su vida es de 9.000 litros y que un bebé usará unos 3.800 pañales, sin tener en cuenta la energía y los materiales necesarios para su fabricación y transporte. Cada día desechamos millones de pañales, cuyos plásticos usados para hacerlos impermeables tardarán 500 años en descomponerse. Con estos datos podemos deducir que un niño de solo dos años de edad en los países desarrollados, será responsable de más emisiones de dióxido de carbono de las de una persona en Tanzania durante toda su vida.
Pero no solo nos alimentaremos de leche, consumiremos aproximadamente cuatro cabezas de ganado (bovino), 21 ovejas, y 15 cerdos. Sin embargo, el pollo lleva el peso de nuestras tendencias carnívoras, nos comeremos unos 1.200 y aproximadamente la misma cantidad de huevos. También ingeriremos unas 5.272 manzanas y 10.866 zanahorias, entre otros muchos alimentos. Estos artículos suelen venderse lavados y envasados originando 8 toneladas y media de envolturas, por persona. Usaremos 4.238 rollos de papel higiénico y dispondremos de un millón de litros de agua en los aproximadamente 7.163 baños que nos daremos a lo largo de nuestra existencia. Usaremos 656 pastillas de jabón, 198 botes de champú, 272 desodorantes, 276 tubos de pasta de dientes, 78 cepillos de dientes, 411 productos para el cuidado de la piel, 35 tubos de gel para peinar, 37 frascos de perfume, 25 frascos de esmalte para las uñas y 21 barras de labios. Aunque en algunos países no se consume alcohol, en otros es una seña de identidad, si calculamos el promedio consumiremos 6.000 litros de cerveza por persona en el transcurso de una vida, además de 1.694 botellas de vino.
Hace años no necesitábamos tantas cosas, pero el consumismo imperante, consigue que cada uno de nosotros usemos una media de 3,5 lavadoras, 3,4 frigoríficos, 3,2 microondas, 4,8 televisores, 15 ordenadores, sin contar los hornos, equipos de alta fidelidad, teléfonos, sofás, camas, bicicletas estáticas, y miles de cosas más, “sin los que no podríamos vivir”.
Un campo que ahora se considera esencial en nuestros hábitos de consumo, pero que apenas existía hace 20 años es la tecnología, a modo de ejemplo un ordenador requiere para su fabricación de 240 kg de combustibles fósiles junto con 22 kg de químicos diferentes, además de 1 tonelada y media de agua y tu sistema de escritorio usa en materiales antes de salir de la fábrica el peso de un automóvil. No solo se trata de fabricar estos artículos, existe el enorme reto de deshacerse de ellos cuando ya no nos son útiles. Cada uno de nosotros seremos responsables de generar 40 toneladas de basura.
El consumismo no termina en los bienes materiales, hay que tener en cuenta la gran cantidad de información y cultura con la que somos bombardeados. La televisión es uno de los medios más usados 2.944 días, ocho años completos, son los que pasaremos frente a ella.
Móviles, automóviles, pantallas planas, zapatos, la cuestión es comprar y comprar, aunque muchas veces gran cantidad de estos productos terminen arrinconados. “Compro, luego existo”. El filósofo Noam Chomsky, un reconocido activista político, caracterizado por su fuerte crítica del capitalismo contemporáneo y considerado por el New York Times como «el más importante de los pensadores contemporáneos«, dice que hemos caído en la trampa al creer que la felicidad solo se puede medir con nuestra capacidad de comprar, pero que esto es una vaga ilusión.
Por desgracia, el consumismo afecta no solo a nuestros bolsillos, también representa uno de los orígenes del grave deterioro de la naturaleza. Las consecuencias de nuestros hábitos de consumo en el medio ambiente es un aspecto sobre el que hay que reflexionar. Por un lado, el crecimiento demográfico exponencial y el aumento de la renta per cápita ha generado una presión al medio ambiente, la necesidad de energía, recursos, junto con los residuos del uso de estos han rebasado, por un lado, la capacidad de producción del planeta y por otro la capacidad de absorber estos residuos.
Y es que cada año perdemos 100.000 km2 de vegetación en el mundo, principalmente de selvas tropicales al mismo tiempo se ha producido un aumento de los gases por la quema de combustibles fósiles, además de generar una extinción masiva de especies vegetales y animales. Nuestros hábitos de compra no son los únicos responsables de esta situación, pero el nivel y la intensidad del consumo ocasionan la sobre explotación de recursos como el agua y generan una cantidad cada vez mayor de desechos. Muchos de estos residuos tardan siglos en desaparecer, sabías que unas zapatillas de deporte tardan unos 200 años en degradarse. Además, para que un producto llegue a nuestras manos se necesita combustible para trasladarlo lo que implica más emisiones de gases contaminantes, de ahí, la importancia de consumir productos de cercanía.
Por todos estos motivos, los gobiernos y la sociedad en general deberíamos dirigir nuestros esfuerzos hacia un desarrollo sostenible que gestione de una manera racional y eficiente la utilización de los recursos naturales.
La clave está en adquirir los bienes materiales que realmente necesitamos. Con todos estos datos nos hacemos una idea de la huella que dejamos en nuestro planeta, si reflexionamos un poco, nada trajimos y nada nos llevaremos. ¿Es está la aportación que queremos dejar al medio ambiente?